Burgos: planes para disfrutar en 72 horas

Burgos queda en el recuerdo del que la visita. Muchos repiten siempre que tienen la oportunidad, señal de que cuanto más se descubre la ciudad más atrapa.
Estos planes de tres días hacen que el viajero se sienta un burgalés más recorriendo calles, plazas y paseos, costumbre local que no se abandona ni siquiera en los meses más fríos. Es una urbe moderna, pero sin agobios y sin prisas, cuajada de paseos, parques y jardines verdes y coloridos. Una ciudad que apuesta por la cultura y en la que todavía reina la escala humana con la que fue concebida. Orgullosa de El Cid Campeador, el personaje más famoso de su historia, en Burgos también es palpable la huella de la principal ruta europea de peregrinación: el Camino de Santiago.
Día 1
Por la mañana: peregrino por un día
El paso de esta vía de peregrinación marcó la historia de la ciudad durante cientos de años. En Burgos se puede realizar uno de los tramos urbanos más interesantes de todo el trazado jacobeo.
El lugar ideal para comenzar es la plaza de San Juan, amplio espacio urbano al que se abren el monasterio de San Juan y la recuperada biblioteca pública. Protagoniza la plaza la iglesia de San Lesmes, clérigo de origen francés que se dedicó a atender peregrinos. El templo conserva intactas sus características góticas.

En el camino por la ciudad aún se puede disfrutar del recorrido original repleto de atractivos culturales y gastronómicos, principalmente en las calles Avellanos y Fernán González. Por esta última, en la actualidad, tal y como hace 800 años, los peregrinos descubren una de las más atractivas vistas de la catedral de Burgos. Entrar en el templo supone una gozosa experiencia estética. Gracias a las restauraciones de los últimos años, el interior luce esplendoroso debido a la armoniosa combinación de estructuras arquitectónicas y elementos decorativos incorporados a lo largo del tiempo. Está considerada como una de las cumbres del arte gótico europeo. Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, su construcción sigue los modelos artísticos de las catedrales francesas de Reims, Amiens o Notre Dame de París. En 2021 celebró su 800 aniversario.
Tras la visita a la catedral más famosa de España se puede hacer un receso para degustar la gastronomía tradicional, en la que destacan el lechazo, la morcilla y el queso con apellido burgalés. Muchos mesones y restaurantes conservan su receta original que algunos han reinventado con acierto.

Por la tarde: sentirse burgalés: de compras por el centro
El arco de Santa María podría ser el inicio del recorrido. Construido hacia 1540, quiso ser un homenaje al emperador Carlos I. En su interior puede visitarse gratuitamente la mudéjar sala de Poridad y una bella sala adaptada como museo de farmacia.
La mejor manera de sentirse burgalés en Burgos es pasear por El Espolón. Hay que saber demorarse entre las hileras de entrelazados plátanos de sombra que festonean su andén principal y mirar y dejarse ver, como se ha venido haciendo ininterrumpidamente en sus 200 años de historia. A través de sus elegantes arcos se descubre la plaza Mayor con el neoclásico Ayuntamiento, presidida por una estatua en bronce de Carlos III, sus soportales aún cobijan interesantes negocios decimonónicos.
El paseo culmina en la plaza del Cid y el puente de San Pablo, decorado por ocho grandes esculturas relacionadas con El Cantar de Mío Cid. Este lugar se ha convertido en el centro neurálgico de la ciudad: desde aquí parten las calles más comerciales. Gracias a la peatonalización de los últimos años, esta zona se ha convertido en un auténtico centro comercial al aire libre.

Día 2
Por la mañana: monasterios reales en plena naturaleza
Unidos entre sí por los frondosos y longitudinales parques de La Isla, La Quinta y Fuente del Prior, que escoltan el tramo del río Arlanzón, se alzan los otros dos monumentos imprescindibles: el monasterio de Las Huelgas Reales y la cartuja de Miraflores. El primero es conocido por todos los burgaleses, además de por su historia y arte, por la fiesta más querida en la ciudad, El Curpillos, que congrega el primer viernes después del Corpus Christi a la sociedad burgalesa para contemplar el Pendón de las Navas de Tolosa, tela del siglo XIII.

Por la tarde: las mejores vistas de la ciudad
Continuando la visita, podremos disfrutar de las mejores vistas en el ascenso al mirador del castillo. Fundado en el 884, el acceso a las almenas permite tomar las mejores instantáneas de la ciudad. En el descenso nos encontraremos con dos singulares y contrapuestos edificios: el CAB (Centro de Arte de Burgos) o el museo del Retablo, en el interior de la iglesia de San Esteban, del siglo XIII.
Día 3. Tesoros escondidos
Por la mañana: museo de Burgos
A pocos metros de la estación de autobuses, se encuentra una de las casas renacentistas que hoy albergan parte del esplendoroso pasado de la ciudad, el museo de Burgos. Merece la visita solo por su patio interior, de cuyos rincones emana el clasicismo de la época. Sus salas tienen un aire moderno y didáctico donde se exponen piezas como el frontal de Silos, hallazgos de arqueológicos de la ciudad romana de Clunia o la espada Tizona del Cid
Por la tarde: inmersión en la prehistoria
Al salir del museo de Burgos, podemos recuperar fuerzas con productos del mercado y retomar la visita para conocer a nuestros antepasados más lejanos: el museo de la Evolución Humana de Burgos, (MEH), referente científico y turístico de relieve internacional, que en lugar destacado recrea la magia de los yacimientos y expone los fósiles originales de homínidos encontrados en Atapuerca.
