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¿La habitación de tu hijo es apta para estudiar?

Cuando nos ponemos manos a la obra a dar forma a una habitación de estudio hay un concepto clave que destaca por encima del resto: la distribución. En realidad, da igual que la zona de estudio esté pensada para un niño o niña en edad escolar o para un adulto inmerso en alguna actividad formativa. En ambos casos, es esencial crear un espacio que cumpla determinadas premisas. ¿Cómo? Atendiendo a cuestiones como la distribución, el mobiliario o la iluminación. En el apartado del mobiliario destaca por ejemplo la importancia de contar con sillas de ordenador ergonómicas.

Hacer de la habitación un espacio apto para el estudio es algo directamente relacionado con la concentración y el rendimiento. En el caso de los más pequeños, si el cuarto van a compartirlo dos o más niños hay que delimitar el área de trabajo de cada uno. En cualquier caso, el escritorio ha de ser lo más amplio posible, con todo el material a mano y espacio suficiente para poder colocar un ordenador o una impresora, dispositivos que hoy día son casi imprescindibles.

En el caso de los niños de menos edad, la zona de estudio tiene que servir para pintar, jugar y hasta para hacer experimentos. Por eso el mobiliario ha de ser funcional y con una encimera fácil de limpiar. Además, no podemos sobrecargar la zona de estudio con muebles. De hecho, es buena idea dejar una pared libre para colocar una pizarra o un corcho.

Las estanterías pueden colocarse a lo largo de toda la pared, con distintas soluciones de almacenamiento para accesorios de escritorio, hojas, cuadernos o libros. Si el espacio disponible es pequeño, lo mejor será una decoración minimalista. Las paredes pueden pintarse de tonalidades blancas para generar sensación de amplitud.

Mención especial merece la silla que coloquemos en la zona de estudio. Hacer la elección acertada no es solo importante para la espalda, sino también para las articulaciones o la circulación sanguínea.

La importancia de la iluminación

Está claro que es importante preparar la zona de estudio para fomentar la concentración. Y ahí juega un papel destacado la iluminación. Si es posible, el escritorio ha de quedar próximo a una ventana para aprovechar al máximo la luz natural. De todos modos, procura que la pantalla del ordenador no quede justo en frente de la ventana para evitar reflejos indeseados.

En cuanto a la luz de techo, cerciórate de que ilumina toda la habitación y de que no provoca deslumbramientos. Lo mejor es una lámpara que emita luz blanca, con una temperatura de color de unos 4000°K y con un amplio ángulo de apertura. La luz blanca mejora la concentración y la productividad. Otra opción es instalar un plafón LED porque aporta una luz muy homogénea y de gran calidad que queda repartida por toda la habitación. Además de la de techo, necesitamos iluminación puntual en forma de un flexo o una lámpara de mesa. La luz directa de estas lámparas ayuda a reducir los reflejos y las sombras del ordenador y los muebles.

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