Crear hábitos saludables es posible si los niños saben de dónde proceden los alimentos

Acercar a los niños y niñas de ciudad, desde edades tempranas, al campo y a las pequeñas granjas, les aportará una información muy valiosa. Enseñarles el origen de los alimentos y los procesos de elaboración es fundamental para que adquieran unos hábitos saludables de nutrición que garanticen su correcto desarrollo y crecimiento.
Luchar contra la obesidad infantil
Que nuestros hijos e hijas sigan una dieta sana desde la primera infancia debe ser un objetivo prioritario. No debemos olvidar que la obesidad infantil continúa siendo uno de los problemas de salud más graves de nuestro siglo. Según los últimos datos del Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) publicado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC), cuatro de cada diez niños en España sufren obesidad o sobrepeso.
Si ponemos el foco en el nivel de conocimiento que los más pequeños tienen sobre los alimentos, enseguida nos damos cuenta de que la mayoría piensan que las frutas y verduras se cultivan en el envoltorio del súper y que las aceitunas, al igual que la miel o los huevos, crecen dentro de los tarros, latas o envases de cartón.
Lo más seguro es que sean perfectamente capaces de ubicar dónde se encuentran en el lineal del supermercado, pero la mayoría desconoce cómo han llegado hasta ahí.
Reconectar con el mundo, la tierra y sus frutos
Queda mucho camino por recorrer. Crear en la infancia una conexión con los orígenes de la comida puede ayudar a los niños y las niñas a construir nuevos vínculos favorables para formar hábitos alimentarios sanos.
Debemos insistir en la necesidad de acercarles el campo y los productores, de lo contrario la desconexión entre ambos aumentará con cada generación. Hace mucho tiempo que no necesitamos salir a cazar para sobrevivir como hacían nuestros antepasados. Pero cada vez estamos más alejados de lo que comemos. Todo lo que necesitamos para sobrevivir nos llega empaquetado desde el supermercado y, además, no es indispensable que sea un producto fresco.
Es más fácil que los niños consuman alimentos saludables si han tenido previamente una relación con ellos. Si han visto de dónde proceden, han colaborado ellos mismos en su recolección o elaboración y conocen de primera mano a las personas que los cultivan o producen.
Si un niño no tiene ni siquiera una idea aproximada de qué cuidados necesita una manzana para crecer o el esfuerzo que supone elaborar un queso artesano, ¿cómo pretendemos que le llame la atención y lo valore?
Es más complicado que se sienta cerca de la naturaleza si no visto nunca un huerto, un árbol frutal o cómo se ordeña una vaca. Por el contrario, un niño o una niña que aprende el camino que necesita recorrer un alimento desde su origen hasta su consumo en la mesa será una persona que valorará y respetará la tierra y se sentirá parte de ella.
La importancia de inculcarles buenos hábitos de nutrición desde la infancia
Por tanto, cuanto antes se comience a recorrer este camino, más sencillo será avanzar. La infancia es la etapa en la que mostramos una gran curiosidad sobre el mundo que nos rodea. Es en este momento cuando se empiezan a adquirir los hábitos y costumbres que sentarán las bases de un comportamiento saludable, lo que ayudará a prevenir futuros problemas como el sobrepeso, la colesterolemia o la diabetes.
Pasada esta etapa, los hábitos de nutrición adquiridos serán más difíciles de cambiar, por eso una gran parte de los niños con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos al llegar a edad adulta.
Para lograr cambios es indispensable el compromiso de toda la sociedad
Este recorrido tiene que llevarse a cabo de manera conjunta y coordinada para que resulte efectiva. Instituciones gubernamentales, entorno familiar, sector educativo, médicos y productores tienen un compromiso con la sociedad y deben abrirse a ella para poner en valor la importancia que tiene el que los niños conozcan el origen de los alimentos y las cualidades de lo que consumen.
Una forma de hacerlo es dando visibilidad a los productores artesanos y poniendo en valor su trabajo mediante actividades atractivas en forma de visitas guiadas. De esta manera comienzan a familiarizarse con ellos y así será más fácil que estén predispuestos a consumir todos los grupos de alimentos.

6 propuestas de actividades divertidas para poner en marcha el cambio
Estas son algunas de las iniciativas que la comunidad de productores artesanos lleva a cabo de manera conjunta con los niños y niñas para ayudarles a entender de dónde provienen lo que consumen:
1. Recolectar frutas y hortalizas
Tomarlas directamente del huerto o el árbol es la mejor manera de enseñarles de dónde viene la fruta y la verdura que encuentran en el supermercado.
2. Conocer cómo se elabora el queso de oveja
Aprenderlo de primera mano, con ayuda de su productor, desde el cuidado del rebaño o el ordeño de la leche hasta conseguir un producto listo para consumir.
3. Elaborar mermeladas caseras
Prepararlas con frutas de temporada que se han recolectado.
4. Cuidar de las abejas
Una oportunidad de que lo hagan como un auténtico apicultor. Conocer cómo se produce la miel natural y por qué estos insectos son tan importantes para el ecosistema.
5. Con las manos en la masa
Participar en la elaboración de un buen pan de masa madre o una pieza de bollería artesana.
6. Recolectar aceitunas
Cogerlas directamente del olivo para su transformación en aceite de oliva virgen.
En definitiva, un puñado de sugerencias didácticas, a la vez que divertidas, que ayudan a los más pequeños a adquirir buenos hábitos alimenticios, fomentando su implicación y entusiasmo para ayudarles a crecer de manera sana y responsable.
Marisa Ayllón
Fundadora de Fabricando Experiencias
Visitas guiadas a productores